En su número de marzo, la revista SAL TERRAE quiere contribuir a preparar la celebración del aniversario ignaciano dedicando el presente número a reflexionar sobre lo que significó el proceso de conversión para Ignacio de Loyola con la idea de alentar e iluminar la siempre necesaria búsqueda de Dios en el momento presente.

David Cabrera, S.J. se fija en el proceso interior de conversión de Ignacio. No solo se verá afectado su cuerpo, sino también los ideales que habían orientado su vida hasta entonces. Gracias, al principio, a la lectura de las vidas de Cristo y de los santos su mente se abre a nuevos horizontes de sentido. Seguirá a Cristo en un peregrinaje exterior y, sobre todo, interior, que puede iluminar también los procesos de nuestra conversión y la configuración de los propios ideales.

Cristian Peralta Núñez, S.J. expone cómo la conversión de Ignacio provoca cambios significativos no solo en la manera de ver su propia realidad y el mundo, sino también en el modo de comprender a Dios que transforma la relación con Él. A la luz de la Autobiografía, examina cómo Dios se fue mostrando a Ignacio de Loyola en un largo proceso de conversión y como este fue transformando, poco a poco, su modo de comprender a Dios, su propia existencia y el mundo.

Fonfo Alonso-Lasheras Rivero, S.J. parte de la iluminación que tuvo Ignacio junto al río Cardoner para fijarse en el camino espiritual que le llevó a dejar de mirarse a sí mismo y le capacitó para percibir todas las cosas de una manera nueva. En la experiencia de Ignacio se pueden encontrar ayudas para salir de las cegueras en que podemos caer.

Araceli de los Ríos Berjillos escribe sobre el el encuentro de la vocación religiosa y laical en la espiritualidad Ignacia, pues ésta no es privativa de los jesuitas, sino que puede enriquecer también a los laicos y a otras familias religiosas. Este encuentro se abre a un horizonte profético: la constitución de un cuerpo apostólico de jesuitas y laicos. En su artículo arroja luz para caminar hacia ese horizonte.

En la serie dedicada este año a la Eucaristía Aurelio Ferrándiz García pone de relieve la importancia que ha cobrado, tras la reforma litúrgica fruto del Vaticano II, la proclamación, escucha y acogida de la Palabra de Dios en la acción litúrgica. En su artículo aborda los principios teológicos que iluminan la primera parte de la Misa: en la liturgia es Dios quien habla a su pueblo y en la proclamación de la Palabra es Cristo quien se hace presente como lo está en los dones tras la consagración. De ahí la íntima vinculación entre las “dos mesas”: Palabra y Eucaristía.

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