Ignatius 500 conmemora una transformación personal que cambia la historia de la Iglesia para siempre. Es un acontecimiento que, como es habitual en la manifestación de Dios en la vida, se produce sin necesidad de solemnidad o artificios. Vale la pena rememorar los hitos principales de un relato que sigue hoy inspirando a personas de contextos y culturas diversas en todo el mundo.
Herida
Son años convulsos. En 1521 el ejército francés invade Navarra con la pretensión de reponer en el trono al rey navarro y el caballero Íñigo de Loyola corre a la defensa de Pamplona. La antigua capital del reino era una ciudad en manos francesas, pero Íñigo entra en la ciudadela con la intención de defenderla hasta la muerte si fuera necesario.
El lunes de Pentecostés, 20 de mayo, una bala le destroza la pierna derecha, hiriéndole también la izquierda. Trasladado a la casa-torre familiar, es intervenido quirúrgicamente varias veces; a punto está de morir, pero consiguen salvarle la vida.
Encuentro
Su larga convalecencia la dedica a la lectura de libros que encuentra en la biblioteca de la casa: una historia de Cristo y un volumen de vidas de santos. Pasa días enteros dedicado a la lectura y va creciendo en él una idea: «Si esos hombres estaban hechos del mismo barro que yo, bien yo puedo hacer lo que ellos hicieron». Una noche, se le aparece la Madre de Dios, rodeada de luz y llevando en los brazos a Su Hijo. Desde entonces ya solo piensa en transformar su vida: quiere abandonar la casa solariega e ir a Jerusalén como peregrino. No sabe que Dios no ha hecho más que comenzar a trabajar en él.
Maestro
Su propósito es llegar a Tierra Santa embarcando en Barcelona. Pero la ciudad está cerrada por miedo a la peste y tiene que esperar en el pueblecito de Manresa. Allí, alojándose en un convento y en un hospicio para pobres, y retirándose a una cueva para orar, Dios opera en él una nueva transformación. Durante once meses (de abril de 1522 hasta febrero de 1523) se alternan entusiasmo, angustia, penitencia, desesperación, visiones espirituales y misticismo. A las consolaciones de los primeros tiempos sucede un período de aridez espiritual; de vacío y tempestad. Finalmente, sale de aquella noche oscura y empieza a anotar algunas experiencias que le servirán para el libro de los «Ejercicios Espirituales». Íñigo es ya un maestro de espíritu.
Camino
Un día de febrero de 1522 se despide de su familia y se pone en camino. Pasa por Aránzazu, Navarrete… hasta llegar al Monasterio de Montserrat. Es el itinerario que hoy rememoramos en el conocido como «Camino Ignaciano». En el monasterio de Montserrat hace confesión de sus pecados y en la noche previa al 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, se despoja de sus ricos vestidos y se determina a llevar vida de penitente.