El Padre General, Arturo Sosa, ya está en España, donde esta semana inaugurará el año Ignatius500, conmemoración de la conversión de San Ignacio. Este martes por la tarde ha comenzado la serie de eventos públicos que culminarán con la misa en Pamplona el próximo jueves. En un encuentro retransmitido por Youtube, el general ha mantenido una conversación con la periodista Silvia Rozas, directora de la revista Ecclesia. Las condiciones sanitarias impiden un acto presencial masivo, así que se ha optado, en este caso, por un modelo semipresencial. Entre los asistentes, además de la comunidad de Maldonado, estaban varios superiores y escolares de Madrid, los miembros del consejo de la PA y algunos de los representantes de las obras y comunidades ubicadas en Maldonado. La convocatoria online, abierta a todos aquellos que puedan estar interesados en escuchar el diagnóstico del Padre Sosa sobre la Iglesia, la vida religiosa y el momento presente de nuestra sociedad.

El acto comenzó con unas palabras de bienvenida del provincial, Antonio España, que además de presentar a ambos interlocutores, aprovechó para poner el marco y el contexto de este centenario que empezamos a celebrar y dar la bienvenida a los presentes. Tras ello, Arturo Sosa y Silvia Rozas mantuvieron un diálogo en el que los temas se fueron articulando en torno a varios bloques:

1) La persona del general. La entrevista comenzó con algunas memorias personales del Padre Sosa, hablando de su infancia en Venezuela, y de lo que le atrajo en la provincia jesuítica de Venezuela (una provincia joven cuando él entró en la orden)

2) Las preferencias apostólicas. El padre Sosa quiso recalcar lo excepcional del proceso de formulación de las PAU. Un proceso que agarró a toda la SJ, y en el que el aporte, no solo de los jesuitas, sino de muchas personas que colaboran en la misión, ha sido una gran oportunidad. El general habló de las primeras preferencias, formuladas en tiempos de Kolvenbach, y del proceso que llevó a la formulación actual. Insistió en el papel del Papa en este proceso. Lo que estas preferencias hacen es darnos un horizonte de misión en este momento.

3) El momento de la pandemia ha permitido también hablar sobre el presente. Sosa afirmó que le gustaría que la pandemia provocase más cambios de los que está provocando. Se ha visto la fragilidad de las relaciones humanas en el mundo, la costura de las injusticias, la falta de esperanza de los jóvenes, y el deterioro del medio ambiente. Todo ello confirma nuestra misión. Pero hasta el lenguaje ha cambiado. Ahora se habla demasiado de "volver" a la normalidad. Y quizás no se trata de volver, sino de avanzar en otra dirección. El Padre Sosa lamentó el no percibir voluntad de cambio real. Lo ejemplificaba, en el caso de Europa, con la falta de acogida a una política migratoria necesaria.

4) La conversión de San Ignacio. ¿De qué nos tendríamos que convertir hoy? -preguntó Silvia-. El Padre Sosa planteó lo excepcional e inesperada que fue para Ignacio una herida con la que no contaba. Al principio Iñigo intentó volver atrás, recuperar su vida. Le costó darse cuenta de que no era ese el camino. De ahí, la pregunta contemporánea. Nosotros, como sociedad, Iglesia, Compañía de Jesús, ¿vamos a asumir la pandemia como una oportunidad de cambiar, o la vamos a convertir solo en un motivo para volver a lo de antes? Entre sus reflexiones, el general dejó caer la preocupación por el deterioro de la calidad democrática, que se está resintiendo con la excusa de la pandemia. Debemos afrontar el tema de la participación. El debate contemporáneo sobre las patentes de las vacunas es una llamada a la conversión. La polarización que se ha ido produciendo en las últimas décadas se ha acelerado en estas circunstancias. Esto también nos ocurre como Iglesia.

5) La Iglesia. En Jesús encontramos el camino de inspiración sobre lo que significa tender puentes y salir de rencillas y de particularismos. Citando el libro recientemente publicado "En camino con  Ignacio", Silvia ha preguntado por la sinodalidad y la comunicación como retos de la Iglesia. Sosa ha hablado sobre nuestro reto de ser comunicadores. No de contenidos, sino de la experiencia de comunión con el Señor. En cuanto a la sinodalidad, la definición del CVII de la Iglesia como pueblo de Dios en marcha (que eso significa sinodal), le parece a Arturo Sosa motivo para la esperanza hoy. Pero implica tomar en serio la comunidad con todas sus funciones y responsabilidades. El reto es no convertirlo en tema de moda, sino hacer que desencadene procesos de conversión. Y evitar la clericalización de lo que no lo es. Lo interesante es aprovechar la diversidad de carismas.

6) Sobre la realidad de los abusos. Silvia Rozas preguntó por la situación actual en la Compañía. Y sobre cómo ayudar a víctimas y cómo trabajar con los victimarios. Ante ello el padre Sosa insistió en la necesidad de escuchar a las víctimas, y creerles. También hay que aprender a ir más allá, para poder avanzar hacia la misericordia.

7) La fraternidad. Aludiendo a la encíclica Fratelli Tutti, hubo tiempo también para hablar sobre el cuidado. Que la propia vida se ponga al servicio de la vida de los otros. Este fue el momento en que Sosa recordó a su predecesor, Adolfo Nicolás, fallecido ahora hace un año. Hay que caer a tierra y morir para nutrirse de esa tierra. 

8) La vida religiosa. ¿Está en crisis? Hacen falta salidas novedosas, sí. Pero no hay que pensar en una Vida Religiosa que esté en decadencia. Es una VR fecunda, activa, y multicultural. Que se está sabiendo transformar. 

Terminó el evento con algunas preguntas lanzadas por algunos de los presentes y asistentes online. Preguntas que giraron en torno a qué deben hacer -y en qué deben cambiar- los jesuitas hoy en contextos secularizados.; sobre los retos de la familia; la Compañía del futuro; los laicos ignacianos...
(Galería de fotos en este enlace). Ver entrevista: